'Las empresas ya no se pueden ocupar solo de sus beneficios'
larazon.es [29/07/2019]




Las compañías no valen únicamente por su sostenibilidad económica. También por el impacto que generan en las personas y en la sociedad, así como en el medio ambiente.

De izquierda a derecha, Ángel Matamoro (Grupo Nueva Pescanova), Francisco Vázquez (3g Smart Group), Mauricio Domínguez-Adame (Heineken), Alfonso Bruna (U/Able), David Pérez Piñeiro (Cabify) y Francisco Romero (Sannas)
De izquierda a derecha, Ángel Matamoro (Grupo Nueva Pescanova), Francisco Vázquez (3g Smart Group), Mauricio Domínguez-Adame (Heineken), Alfonso Bruna (U/Able), David Pérez Piñeiro (Cabify) y Francisco Romero (Sannas)

El Triple Balance es un concepto que surge en 2004 y que supone que las empresas no solo deben fijarse en sus cuentas de resultados, sino también en su impacto en las personas y las comunidades sociales en las que opera, así como en el medio ambiente. También llamado «las tres P», por sus palabras en inglés (people, planet y profit), se ha enriquecido en los últimos tiempos con aspectos como el del buen gobierno. Pero es mucho más que un término, o que una idea, o que un conjunto de reglas que se han de seguir. Es una filosofía, un espíritu que ha de impregnar la actuación de toda la organización, sin excepción alguna, de una manera transversal.

Conocer su expansión en el tejido empresarial español, analizar las buenas y malas prácticas, abordar las exigencias de los clientes y la implicación de todos los componentes de la cadena de valor, o denunciar su utilización en algunos casos como mera herramienta de marketing fueron algunos de los objetivos de la mesa de debate que organizó LA RAZÓN en colaboración con 3g Smart Group.

Información sistematizada

Los ponentes fueron expertos en la materia de compañías, consultoras y asociaciones profesionales: Mauricio Domínguez-Adame, director de Responsabilidad Social del área de Relaciones Corporativas de Heineken; Francisco Romero, presidente de Sannas (asociación empresarial que tiene como fin propagar esta nueva forma de entender la actividad económica); Ángel Matamoro, director de RSC de Grupo Nuevo Pescanova; Alfonso Bruna, director de U/Able (firma especializada en consultoría y diseño con criterios de accesibilidad); David Piñeiro, vicepresidente global de RSC de Cabify, y Francisco Vázquez Medem, presidente de 3g Smart Group.

Mauricio Domínguez-Adame explicó que cuando nos encontramos con empresas que llevan 150 años en el mercado, como es el caso de Heineken, «se concluye que, por su trayectoria, han demostrado que son socialmente responsables porque han sido sostenibles, aunque no hayan sabido hacérselo evidente al consumidor. Hoy, en cambio, existe una metodología que estandariza y sistematiza toda esa información, lo que permite que la gente lo perciba. Las marcas están orientándose para transmitir valores y propósitos mucho más sostenibles».

Francisco Romero puso de relieve que el fin de las compañías ya no es sólo ganar dinero para los accionistas. «Éstas articulan la sociedad y muchas veces son presentadas como las malas de la película. La gente se desarrolla personal y profesionalmente en ellas. El Triple Balance debe trascender los departamentos de RSC, asimilarlo toda la compañía e incorporarlo a su «core».

Ángel Matamoro recordó que Nueva Pescanova se dedica a pescar, cultivar, elaborar y comercializar productos del mar. «Esta actividad –agregó– supone que tengamos barcos, granjas y que de los 10.000 empleados, 9.000 se hallen en zonas pocas desarrolladas, lo que nos lleva a tomar iniciativas que contribuyan a su desarrollo y progreso. Nuestra política de RSC pivota en torno a las personas y el planeta».

Alfonso Bruna puso el foco en las personas porque «el medio ambiente tiene su ROI (retorno de la inversión), pero el impacto en ellas es más difícil vender, a no ser que se haga a base de campañas de imagen. El mero postureo tiene cada día menos futuro porque existe una demanda real. Pero ¿de verdad integramos a las personas en las organizaciones? La RSC tiene mucho de palabras bien escritas –incluso copiadas de unas web a otras–, pero también empieza a formar parte de la cultura corporativa, aunque esta conciencia no está todavía realmente encarnada. Si no lo exigiera el cliente, la empresa no se lo daría. Se dice que hay gente dispuesta a pagar más por un producto socialmente responsable, pero no sé si realmente es verdad y si es mucha».

David Piñeiro, por su parte, indicó que el propósito de las compañías debe contemplar también los efectos sociales y ambientales de su actividad. «Para que la sostenibilidad sea realmente estratégica debe depender de la persona que más manda o de alguien muy pegado a él. Si el de arriba no se lo cree, no funcionará», subrayó.

Francisco Vázquez señaló que «el Triple Balance supone dar un paso más sobre la Responsabilidad Social Corporativa». «Ningún empleado querrá trabajar en una compañía que no cumpla estos requisitos y nadie comprará productos sabiendo que los están fabricando niños en una país determinado o que su producción supone la contaminación de ríos o bosques concretos. Y como hoy todos estamos expuestos, todas las vergüenzas acaban saliendo a la luz pública», subrayó. Concluyó su primera intervención afirmando que «muchas de las compañías que han tenido éxito estos últimos años han resuelto problemas sociales de manera inteligente».

¿Cuáles deben ser las prioridades de las organizaciones? «La vía son los estudios de materialidad o de identificación de asuntos relevantes. Así seremos capaces de conocer los puntos de mejora de la sociedad y de cómo dar respuesta a esas necesidades», comentó el representante de Cabify. El directivo de Nueva Pescanova dijo que sus prioridades son: «número uno, seguridad alimentaria; número 2, salud y seguridad en el trabajo; número 3, el cuidado medioambiental. Éstos son los tres primeros de un grupo de 17. A la gallega, diríamos, los primeros hay que hacerlos y los segundos no hay que dejar de hacerlos». «El Triple Balance –precisó Vázquez– es una actitud. Cualquier oportunidad de cambio la ves bajo ese prisma».

Domínguez-Adame aseguró en este contexto: «Hay que empezar por identificar lo que, a medio y largo plazo, puede amenazar realmente tu negocio. La misión principal es hacer de la empresa una actividad sostenible. En nuestro caso, por ejemplo, una amenaza puede ser el abuso del alcohol. Así, dentro de nuestra estrategia de sostenibilidad, uno de nuestros ejes de actuación es abogar por un consumo responsable».

El presidente de Sannas comentó que los retos a los que se enfrenta hoy en día la sociedad –cambio climático, calentamiento global, contaminación– «tradicionalmente se ha venido responsabilizando a la ONU, o a los estados, o al consumidor consciente, mientras que las empresas estaban fuera de ese debate». Y, sin embargo, «la empresa privada tiene que marcar el camino». El responsable de Nuevo Pescanova replicó que «el Triple Balance trasciende de lo privado». Ambos coincidieron, no obstante, en que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son «una magnífica hoja de ruta», y en que «la medición es lo que propicia la transparencia, te pone delante de la sociedad y te exige mejorar».

El vicepresidente de RSC de Cabify precisó que, «en un primer momento, de lo que menos hay que ocuparse es de comunicar los avances en sostenibilidad. Hay algo más importante previamente como es la coherencia de dentro hacia fuera».

Francisco Romero incidió en la existencia de un cuarto sector que es el privado que consigue recursos particulares con el fin de suscitar impactos positivos. «Si tu objetivo sólo es ganar los mayores beneficios posibles para el accionista, no puedes formar parte del mismo. Cuando estás ahí, la empresa tiene un propósito: gestar beneficios sociales ganando dinero. Me creo este concepto y quisiera que las grandes compañías reclamaran su condición de pertenencia al mismo».

«La sostenibilidad –argumentó el representante de Heineken– no es buenismo. En España, un país sometido a estrés hídrico, dedicamos recursos a compensar nuestro consumo de agua en proyectos de recuperación medioambiental. Podríamos comprar al mejor precio y, sin embargo, el cien por cien de las materias primas las compramos en nuestro país y el objetivo 2020 es que el 50% cuente con certificado de Sostenible. Quizá otros productos sean más baratos, pero tal vez lo sean porque han contaminado un río, o porque el agua no se ha tratado correctamente, o porque se paga mal a los trabajadores».